Se plantea como una referencia en el paisaje de dos volúmenes piramidales aparentemente exentos. El primer volumen, negro, surge de la tierra, con una composición más pesada y cerrada por sus tres fachadas metálicas.
El segundo volumen, en contraposición con el primero, se limita por dos fachadas de muro cortina y una cubierta de césped que nace como una prolongación del terreno.
Los dos volúmenes se conectan de manera imperceptible bajo rasante, fundiéndose con la parcela y el entorno que las rodea.
La entrada se produce a través del primer volumen, en el pliegue de una esquina que muestra la rampa de acceso. A medida que se desciende, un vuelo metálico cubre la llegada, recogiendo al visitante.
Año: 2009
Arquitectos: IDOM